Reflexión filosófica: Silla blanca vs. Sillas de pc de miles de dólares
Este tema que tocaré a continuación es de gran relevacia social, mental y ecológica.
Todo esto comenzó el día en que dije que la silla de mi computador era una silla blanca de esas que venden por mil en cualquier local del sector, preferentemente supermercados o Homecenter Sodimac por ahí.

Foto de la inculpada.
Esta es la silla que yo uso para el computador, la misma que en este momento estoy sentado.
Esto me lleva a analizar a profundidad el por qué mi silla es mejor que una de esas de multimillonarios que valen quizás cuantos dólares.
Partamos por ver estas sillas cuáticas. Son generalmente de cuero o algún material parecido, forradas con esponjas y cosas que las hagan más blandas. Tienen un asiento tieso, a lo más las extremadamente cuicas tienen resortes para que se recline un poco. Traen una palanca de gas que las sube y baja. Precios: se pueden encontrar desde más baratas a 10.000 hasta 100.000 de esas cuicas que parecen casi camas.
La silla blanca cuesta 1.000 en el Líder, si quieren una de más calidad hasta por 5.000 encuentran en variados colores.
Ahora unamos ambas cosas. La silla plástica es reclinable por naturaleza, uno se apoya y el plástico cede hasta ser reclinable. No es necesario apretar botones, si estás cansado simplemente te tiras para atrás. Si te queda baja en vez de apretar una palanca cuica le metes un cojín abajo, quedas en altura y quedas blandito. Las sillas más baratas de 10 o 20 mil pesos son super cuadradas, las que permiten estirarse como cama valen sobre 50.000. La silla plástica admite todo tipo de posiciones, uno puede quedar completamente derecho, o de frentón tirarse como cama, ojo, solo por 1.000 pesos tienes acceso a una silla anatómica que sube y baja con la adición de cojines, que además te permite acostarte.
Pero eso no es todo! Como pack además la silla te permite columpiarte y sentir la adrenalina de cuando la pata se va a quebrar pero no lo hace. Las otras sillas no permiten columpiarse, sobre todo con la adrenalina y el efecto del plástico doblándose, la otra se quiebra de frentón.
Y lo más importante. La silla cuica se quiebra y muere, son quizás cuantas lucas extra. La de plástico se quiebra, y por luca tienes otra completamente nueva, en gama de colores, diseños y formas. Si eres gótico la tienes negra, si eres "apágatae" puede ser roja, o puedes preferir el clásico blanco.
Mi experiencia:
Yo tenía una silla cuica de esas de 20.000 pesos. La silla era incómoda, algo me decía que yo no era feliz y necesitaba un cambio en mi vida. Todo esto pasó el día en que el asiento se salió y los tornillos volaron por mi pieza. El nervio me invadía, ver destruida esa silla y pensar en que diría, me retarían, gastarían otra millonada por una igual. ¡Pero eso no fue problema! De repente fui al patio y vi aquella silla blanca que estaba sola esperando por mi. La traje y me senté y descubrí una nueva sensación. Por solo mil pesos estaba al fin en una silla con apoyo para los brazos, donde alcanzaba perfectamente sin tener que sentarme extrañamente. Podía acostarme, estirarme y descansar, el plástico del respaldo se doblaba junto a mi cuerpo ¡Era perfecta!. Ya han pasado años desde aquel día y sólo digo, mi silla plástica no la cambio por nada del mundo.
¿Y tu, ya tienes la tuya?...
Todo esto comenzó el día en que dije que la silla de mi computador era una silla blanca de esas que venden por mil en cualquier local del sector, preferentemente supermercados o Homecenter Sodimac por ahí.

Foto de la inculpada.
Esta es la silla que yo uso para el computador, la misma que en este momento estoy sentado.
Esto me lleva a analizar a profundidad el por qué mi silla es mejor que una de esas de multimillonarios que valen quizás cuantos dólares.
Partamos por ver estas sillas cuáticas. Son generalmente de cuero o algún material parecido, forradas con esponjas y cosas que las hagan más blandas. Tienen un asiento tieso, a lo más las extremadamente cuicas tienen resortes para que se recline un poco. Traen una palanca de gas que las sube y baja. Precios: se pueden encontrar desde más baratas a 10.000 hasta 100.000 de esas cuicas que parecen casi camas.
La silla blanca cuesta 1.000 en el Líder, si quieren una de más calidad hasta por 5.000 encuentran en variados colores.
Ahora unamos ambas cosas. La silla plástica es reclinable por naturaleza, uno se apoya y el plástico cede hasta ser reclinable. No es necesario apretar botones, si estás cansado simplemente te tiras para atrás. Si te queda baja en vez de apretar una palanca cuica le metes un cojín abajo, quedas en altura y quedas blandito. Las sillas más baratas de 10 o 20 mil pesos son super cuadradas, las que permiten estirarse como cama valen sobre 50.000. La silla plástica admite todo tipo de posiciones, uno puede quedar completamente derecho, o de frentón tirarse como cama, ojo, solo por 1.000 pesos tienes acceso a una silla anatómica que sube y baja con la adición de cojines, que además te permite acostarte.
Pero eso no es todo! Como pack además la silla te permite columpiarte y sentir la adrenalina de cuando la pata se va a quebrar pero no lo hace. Las otras sillas no permiten columpiarse, sobre todo con la adrenalina y el efecto del plástico doblándose, la otra se quiebra de frentón.
Y lo más importante. La silla cuica se quiebra y muere, son quizás cuantas lucas extra. La de plástico se quiebra, y por luca tienes otra completamente nueva, en gama de colores, diseños y formas. Si eres gótico la tienes negra, si eres "apágatae" puede ser roja, o puedes preferir el clásico blanco.
Mi experiencia:
Yo tenía una silla cuica de esas de 20.000 pesos. La silla era incómoda, algo me decía que yo no era feliz y necesitaba un cambio en mi vida. Todo esto pasó el día en que el asiento se salió y los tornillos volaron por mi pieza. El nervio me invadía, ver destruida esa silla y pensar en que diría, me retarían, gastarían otra millonada por una igual. ¡Pero eso no fue problema! De repente fui al patio y vi aquella silla blanca que estaba sola esperando por mi. La traje y me senté y descubrí una nueva sensación. Por solo mil pesos estaba al fin en una silla con apoyo para los brazos, donde alcanzaba perfectamente sin tener que sentarme extrañamente. Podía acostarme, estirarme y descansar, el plástico del respaldo se doblaba junto a mi cuerpo ¡Era perfecta!. Ya han pasado años desde aquel día y sólo digo, mi silla plástica no la cambio por nada del mundo.
¿Y tu, ya tienes la tuya?...
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